Una obra de arte debe transmitirle algo a su espectador,
que es el destinatario e intérprete final del producto. Si bien el
comportamiento natural del receptor es contemplar la creación del artista, debe
decirse también que cada vez más los artistas crean objetos estéticos que
llevan a tomar una actitud más participativa para poder comprenderlos.
A lo largo de la historia se aprecian
obras bellas y armónicas. Valores que
desde la antigüedad grecolatina eran imprescindibles en el arte. También a una
obra se le otorgaba valor si era una imitación de la naturaleza o de la
realidad. El artista debía reproducir su
mundo externo. Ello haría también que el espectador asociara la obra con su
entorno.
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